El rincón de las arañas

DT a medida

26 Sep , 2016  

Estimado lector, nos toca escribir esta columna posterior a la finalización de la quinta fecha del Uruguayo Especial, es decir que acaba de completarse el primer tercio del torneo. Algunas conclusiones que podrían sacarse, son que por ejemplo los equipos denominados grandes no aparecen en el podio, que Juan Ramón Carrasco sigue siendo un incomprendido y que el Polilla Da Silva debe ser muy amigo de Damiani. Además de que las dos figuras excluyentes del torneo son Carini y Ligüera, cabe destacar que el Danubio F.C, “La Universidad del Fútbol Uruguayo”, es el único líder del Especial.

Y justamente, especial es el conductor que viene llevando al barco danubiano por el buen camino. Una especie de mesías que hace olvidar los líos del presidente con la hinchada, que absorbe la presión, que pregona una idea definida y convence con la misma, que vuelve a poner a Danubio en las tapas de los diarios.

Ese Danubio que venció categóricamente a Plaza, en un partido jugado a puertas cerradas y mostrando un fútbol atildado, planta bandera como candidatazo al título. Firmeza y solidez en su planteo táctico, juego por las bandas, salida clara, nunca un Malrechauffe de sus defensores, son algunos de los argumentos que impuso un Leonardo Ramos que ayer resultó doblemente vencedor en el duelo entre técnicos que salieron campeones uruguayos como jugadores del Progreso de 1989. Ramos derrotó a su ex compañero Leonel Rocco tácticamente y en vestimenta, pero no es culpa del entrenador de Plaza haber ido a enfrentar al Guardiola uruguayo con un humilde pullover rojo como única arma.

El hecho es que Danubio vuelve a pelear un torneo, como dijo alguna vez Ramos que era obligación para la institución franjeada. Un equipo que no tendrá como alguna vez supo decir su DT “al mejor plantel del medio”, pero que ayer mostró las “3 G” (que en este caso no fueron “Ganar, golear y gustar” sino “González, Graví y Ghan” como scorers).  Ese equipo que tiene acostumbrados a sus hinchas a un estilo grabado a fuego, tiene un idilio eterno con su conductor. Ya lo dijo su propio jugador Marcelo Saracchi, “a Leo Ramos le va muy bien Danubio”. Incluso mejor que un blazer entallado, lo que ya es mucho decir.

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