El rincón de las arañas

No queda lugar en el carro

3 Feb , 2017  

“Pasando al fondo que hay lugar”, ya que al igual que en ese ómnibus a las 8 de la mañana, hay que ir apretadito entre la gente que se va subiendo. Lea la prensa nomás, salga a la calle, hable con la gente, con el kioskero, el taxista, el peluquero y va a comprobar que de todas partes vienen los orientales y se acomodan para disfrutar de la recta final del Sudamericano Sub 20. Estamos de acuerdo en que los uruguayos tenemos la misma habilidad para desmarcarnos de lo que no nos gusta, que de pegarnos al habilidoso cuando vemos que empieza a brillar. Y pasa en todos los órdenes de la vida, haga la prueba de extrapolar el ejemplo al ámbito laboral, familiar o a su grupo de amigos…

Ya luego de que la Sub 20 le ganara a Argentina, advertíamos sobre la seguridad de que surgieran muchas adhesiones a la campaña de los juveniles si le ganaban a Brasil. Era hasta algo lógico, ya que los uruguayos somos muy de subirnos al carro ante la posibilidad de ganar algo. Porque en estos casos, si el representativo de turno anda mal, “pierden”; pero si le va bien “ganamos”. No deberían asombrarse los directivos del canal que televisa los partidos, al comprobar que el rating ha ido en ascenso. No debe haber pueblo en el mundo entero con esta conjunción única de tristeza y pesimismo por un lado, y facilidad para plegarse a las alegrías por el otro.

En pocas horas, los dirigidos por Coito le ganaron a Argentina y a Brasil, demostrando adaptación a las circunstancias y a las características del rival. Como escribíamos en una intervención anterior, se le ganó a Brasil con las armas típicas del fútbol uruguayo: una pelota peinada luego de un saque de arco que deriva en los pies de Amaral, y un ollazo al área que cae en los pies de Viña en los descuentos para ganarle al team norteño por el mágico 2 a 1 de atrás. Hoy, son todos cracks. Pero la mitad de los que hablan, no vieron los primeros partidos.

Así que, querido lector, no nos vamos a subir al carro. Porque debemos ser coherentes con nuestro discurso, aquel que decía tras empatar con Venezuela por picar un penal de forma infructuosa, que cuando se trata de jóvenes hay que saber relativizar. Entonces, ni tan calvos ni con dos pelucas. Ahora no nos sentimos partícipes de estos triunfos épicos ante los rivales de todas las horas. Pero por otra parte, no nos gustaría estar en la piel de estos chiquilines en este momento. Seguro la inconsciencia de su juventud no les deja ver que el peso de la mochila se ha incrementado notoriamente, así como tampoco deben imaginarse que si no son campeones van a perder fans de manera inmediata.

 

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