El rincón de las arañas

#Uruguayoscampeones

4 Jun , 2018  

Prof. Hermes J. Sanabria

No, no se trata de una premonición para el Mundial. Tampoco tiene que ver con el devenir del torneo Intermedio, el que al igual que la campaña electoral, tiene todas las de perder con la inminente llegada de la justa mundialista. Pero esa atención concentrada en lo que va a pasar en Rusia en un par de semanas, ya no solo se da en el plano de la vida real. Y pobre de aquel que lo desconozca. Se juegan otros Mundiales, y en ellos somos otra vez campeones.

El # al comienzo del título, no es otra cosa que un hashtag. Hay que aggiornarse, porque la vida ya no se juega solo en el kiosko de diarios y revistas. Ahora se juega también en Twitter, donde la FIFA lanzó una serie de encuestas en las que ponía enfrentamientos mano a mano, como en un Mundial, entre los mejores equipos de siempre. Y así, los internautas uruguayos votamos palmo a palmo, espalda con espalda y con el solo afán de contrariar al máximo estamento del fútbol mundial. Fue así, que mientras mucha gente estaba haciendo los crucigramas del diario o mirando el magazine de la mañana, otros estábamos jugando un Mundial. Y en ese Mundial, la Final la jugaron los Campeones del 50 contra los muchachos de Sudáfrica 2010, con victoria para los de Obdulio.

No importó que desde otros países alertaran al organismo con sede en Suiza sobre la deslealtad de los tuiteros orientales, si al fin y al cabo nos vienen tachando de sucios desde siempre. Los Campeones del 50 nos volvieron a unir como país, y a agarrar viento en la camiseta para lo que se venía: ni más ni menos que la encuesta que iba a determinar al mejor jugador de la historia de los Mundiales. Allí, un solo jugador uruguayo, Alcides Edgardo Ghiggia y un país entero jugando con los dientes apretados en Twitter. El veloz puntero tenía que ser el mejor del mundo una vez más, y así fue.

Con esa característica capacidad para incomodar a rivales más poderosos, con nuestra costumbre de aguar fiestas ajenas, con esa falsa solidaridad y unión entre nosotros que solo se da para cosas poco importantes; Ghiggia fue superando rondas. Primero, el arquero alemán Oliver Kahn. Luego, ni más ni menos que Pelé. Más tarde, Cruyff y luego Ronaldo (el brasilero) fueron derrotados por el héroe de Maracaná. En la final, Diego Armando Maradona, una maravillosa persona a quien tuvimos el agrado de llevar a que diera una charla a los muchachos del Sportivo Carabelas de Don Torcuato, cuando dirigíamos en la vecina orilla. Nada de eso importó, porque cuando los uruguayos nos unimos con un fin común –relevante o no-, somos una piedra en el zapato para cualquiera.

La mañana del lunes llegó con la gran noticia para atenuar el fastidio por los despertadores. Alcides era el mejor, y los uruguayos éramos otra vez campeones de Twitter. Ahora sí, ya podemos volver a dispersarnos y a hacer de la desunión el pan de cada día. Porque no nos engañemos, esto era más una cuestión de demostrar algo hacia afuera. Festejemos, cada uno en su intimidad. Enojémonos porque no nos reconocen nuestro papel en la victoria y volvamos al individualismo. El nacionalismo recalcitrante ya dio sus frutos, y bien que lo disfrutamos. Que nos quiten lo votado.

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