El rincón de las arañas

Sin lugar para la amistad

5 Nov , 2018  

Prof. Hermes J. Sanabria

El otro día, en una charla de café, surgió una temática que dividió las aguas entre los que allí estábamos: ¿Jugadores y periodistas, pueden o no ser amigos? Hay que ver con qué convicción, uno de los presentes -periodista de vasta experiencia- sostenía que no era algo excluyente. Claro, hay que ver también qué lugar le da el colega a la independencia a la hora de opinar, porque ha sabido comer más de un asado con algunos muchachos que integran planteles y sabemos que uno pierde el norte cuando tiene que hablar de los amigos.

Ya cuando corríamos atrás de la pelota, por más que fuera en el amateurismo, teníamos un entrenador que nos alertaba del peligro de entablar amistad con gente que anduviera en la vuelta de los clubes, porque podían llegar a ser periodistas encubiertos. Sí, pese a la humildad de aquellas ligas, había alguna modesta cobertura periodística a la que aquel DT no le tenía mucha confianza. No es que uno haya crecido desconfiando de todo aquel que volcaba opinión sobre el quehacer deportivo, pero una vez que se convirtió en uno de ellos con el paso de los años, mantuvo esa idea: No estamos acá para ser amigos, estamos para hacer periodismo unos, y para jugar al fútbol los otros.

No se puede ser amigo de los protagonistas, como tampoco se puede ser jugador y ver si se le dan notas a uno sí y a otro no porque sale de noche con nosotros. Uno debe ser coherente con lo que alguna vez pregonó estando en otros estamentos. Cuando nos tocó jugar, no había mucha prensa propiamente dicha, pero no había que entablar amistad. Cuando nos tocó dirigir, menos que menos. Sería un contrasentido pretender que ahora que nos toca ejercer el periodismo, quisiéramos recibir algún favor por amistad con jugadores o técnicos. Hay que ser fiel a los principios.

Nunca hay que ir a un asado con jugadores, porque se puede perder la ecuanimidad. Ni siquiera ir a jugar a las cartas o compartir un mate. El periodista tiene que estar preparado para perder amigos, no para hacerlos. El futbolista debe entender que el corazón y la cabeza no van por el mismo lado, así que tampoco deberá pretender que el periodismo se dedique a mimarlo y a ponerle apodos cariñosos. Puede parecer difícil de entender para algunos, pero para uno, es bien fácil. Unos juegan, otros dirigen, otros miran y nosotros expresamos opinión. Así funciona, ¿para qué tocar algo?

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